Habían cosas que desconcertarían a Billy Sanchez
de su damicela Nena Daconte, y una de ellas, tras irrumpir Él en el balneario,
se encontraría cara a cara con la mujer más hermosa del caribe colombiano, no
ocultando esta su desnudez, sino al contrario, al ver el animal erguido y con
hambre, le diría al pandillero: “Los he visto más grandes y más firmes… De modo
que piensa bien lo que vas a hacer, porque conmigo te tienes que comportar
mejor que un negro”. Aquellas palabras y el incesante sonar del “saxofón
erotizado” amansarían aquel hombre que escondía tras su fachada bandolera “un
huérfano asustado y tierno”. Un pinchazo en la yema de los dedos dejaría en la
memoria eterna de Billy Sanchez “un rastro de sangre en la nieve de su
corazón”… Tres meses de desenfreno amoroso terminarían bajo el signo trágico de
la casualidad imposible: “… Cuando salió del hospital, ni siquiera se dio
cuenta de que estaba cayendo del cielo una nieve sin rastros de sangre, cuyos
copos tiernos y nítidos parecían plumitas de palomas…”
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